Un mal día lo tiene cualquiera, pero no debe dejar que influya y pierda el control de las emociones en el trabajo. Por eso, es muy importante demostrar autocontrol en la gestión de la ira o la agresividad.
No haber pegado ojo por culpa de los vecinos. Los mismos atascos de todos los días para llegar al trabajo. Una reunión en la que has intervenido con comentarios no demasiado acertados. A lo largo del día hay muchas situaciones que nos van incomodando y hacen crecer nuestra ira hacia nosotros mismos y los otros.
La capacidad para controlar las emociones es una de las competencias que más se valoran en el entorno profesional. Un empleado capaz de manejar de manera adecuada la ira y que se muestra asertivo y comunicativo favorece un buen clima laboral. En cambio, un trabajador que se deja llevar por sus emociones en situaciones tensas puede generar más conflictos entre el equipo y con los clientes.
El autocontrol de las emociones no consiste en taponar nuestros pensamientos y sentimientos, sino en conocer cómo gestionarlos en el entorno profesional y personal. Sin embargo, esta capacidad rara vez aparece de forma espontánea, ya que se necesita un entrenamiento previo. Para mejorar el autocontrol de las emociones, los empleados y líderes de empresas trabajan de manera cercana con profesionales especializados en coaching.
Pese a que el autoconocimiento favorecido por un coach se vislumbra como la manera más eficaz de conseguir una mejor gestión de las emociones, hay algunas pautas generales que pueden ayudar a controlar la ira. Fomentar la comunicación de tus pensamientos y sentimientos, aprender a decir «no» (asertividad) y huir de complacer a todo el mundo, y mantener una actitud positiva conducen a un mayor control sobre uno mismo.